Hoy Soy Steve Jobs


No vengo a hablaros de las bondades del nuevo Ipad porque ya se ha escrito bastante sobre este juguete tecnológico. Me interesa, en cambio, meditar sobre algo que ocurría en el mismo instante en que yo presentaba al mundo mi última creación. Mientras escenificaba las virtudes de mi nueva tableta, el Nasdaq medía, con la precisión de un reloj suizo, el impacto de mis palabras en tiempo real.
Al subir a la tarima de oradores, como si del Mesías se tratara, y saludar a mis fieles, la cotización de Apple subió, de repente, 2,77 dólares.
Inicié mi discurso y aseguré, en un momento dado, que mi empresa posee en la actualidad el 90% del mercado de las tabletas. Y, zas, la acción se disparó hasta los 3,67 dólares.
Tras acabar mi charla, como ocurre con cualquier orador del planeta, me retiré del púlpito y dejé paso a uno de mis empleados para que continuara ofreciendo otros datos sobre los pormenores de este nuevo cacharro que está llamado a desbancar al pc en los próximos años. Pero, argggg, la cotización se derrumbó y perdió la mitad de lo ganado durante mi presencia como orador.
Regresé para despedirme del público y, catapúm, el Nasdaq comprobó, atónito, que nuevamente las acciones de la Manzana volvían a subir 2,93 dólares.
Esta pequeña crónica no es más que una metáfora del camino emprendido. Hemos dejado de ser personas para convertirnos, a ojos de la sociedad más consumista de la historia de la humanidad, en unos números con los que saciar el apetito inabarcable de las grandes multinacionales.
Tal vez nunca te hayas parado a pensarlo pero, en el preciso instante en que plantas un pino en el baño de tu casa, las acciones de Gas Natural se disparan un 6%. Y, probablemente, mientras te la pelas en el sofá del comedor, la cotización de Telefónica caiga tres euros.
Y todo, aunque no te lo creas, gracias a ti. Así es la dinámica perversa de la sociedad capitalista: cualquier desecho le vale. Hasta la más absurda de las flatulencias tiene una influencia directa en su índice bursátil.
Prueba a tirarte un eructo. A ser posible con inconfundible olor a chorizo.
Bruuuuuuupppp.
Y ahora corre a ver los últimos movimientos en el IBEX35.

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