Hoy Soy Ivonete Pereira


Me había ganado unas pequeñas vacaciones en Lauro de Freitas, no muy lejos de Salvador de Bahía. Cogí el autobús con la ilusión de quien abandona la ciudad para perderse unos días en el campo. A la altura del barrio Boca do Río, unos tipos asaltaron el autocar. En estos casos, por desgracia demasiado frecuentes, una suele acceder a las exigencias de los asaltantes, consciente de que su vida vale más que un puñado de monedas. 
Pero la inesperada aparición de un policía cambió el rumbo de los acontecimientos. Se produjo un tiroteo y una bala perdida impactó en la parte izquierda de mi tórax. Tenía todos los boletos para engrosar la lista de aquellos desgraciados que abren las páginas de Sucesos de cualquier diario local en Brasil. Pero ocurrió algo maravilloso. Los 150 reales (unos 60 euros) que escondía en la parte izquierda de mi sujetador amortiguaron el impacto del proyectil. Y me salvaron la vida. 
Estoy hecha un lío. Si no hubiese ahorrado en estos momentos sería un maldito fiambre. Pero ahora que estoy vivita y coleando quiero gastarlo todo para celebrar que sigo viva. Lo que son las cosas.
Más de un banco podría utilizar mi historia para argumentar que el ahorro es la base sobre la que se cimienta nuestra salvación económica y se construye un futuro seguro. Yo, en cambio, prefiero pensar que gracias a aquel proyectil me pagaré una farra inolvidable. A vuestra salud. 

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