Hoy Soy Zariff


Zariff, el peluquero de barrio más famoso del globo sale en defensa de su cliente más ilustre: "Es normal para su edad que empiecen a salirle canas". Habla de Barak Obama, que desde hace tres lustros acude religiosamente al encuentro con este profesional de las tijeras.  44 días en la Casa Blanca le han bastado al presidente negro para cambiar el color de su pelo. Todo un record.    
Viendo la foto, observo que Zariff, ya en la cincuentena, no tiene ni una cana.  Los peluqueros, por ley, deberían tener canas. Al menos, unas poquitas que acreditasen su formación en materia de pelos. Lo mismo que el título académico, el diploma de postgrado o la  orla rancia colgada en la pared del dentista de toda la vida.  Pero  si la genética les impidiera lucir tan preciado tesoro blanco, nada mejor que unas gotas de Just For Hairdresser que aporta ese tono blanquecino necesario para elevar el prestigio del local y del profesional que lo regenta. 
Dicen los expertos que las canas salen por efecto directo del estrés.  Ahora  entiendo a Bill Clinton: echó una cana al aire... por ser tres. 
Hoy, más que nunca, digo en voz alta: YES, WE CAN-AS

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