Hoy Soy Miembro



Llevo media vida presumiendo de ser miembro de la asociación de petanca de mi barrio. Y resulta que el Parlamento Europeo me acaba de quitar de un plumazo esta sudada distinción, ganada a golpe de bola, durante varios lustros. Bueno, a la petanca sigo jugando, lo que pasa es que ya no soy miembro. Ni miembra, por supuesto. 
Los eurodiputados se acaban de sacar de la manga (sacárselo del mango suena un tanto obsceno) un manual de estilo para acabar de una vez por todas con el lenguaje sexista en la Cámara y, por ende, en cualquier parlamento del Europo Comunitario.  Sugieren estos eruditos del lenguaje que sustituyamos "los médicos" por la perífrasis "las personas que ejercen la medicina". Chúpate esa (porque  "chúpate eso" sigue sonando un pelín guarro).  Y por la misma regla de tres, los diputados sugieren que "las azafatas y los pilotos" se conviertan por arte y gracia de la lógica lingüística en "personal de vuelo".  En un arrebato de ingenio, podrían haber propuesto algo así como "especie humana con preparación para pilotar un avión y servir unos snacks, previo pago, en pleno vuelo". 
Hoy se me ha roto una bombilla en casa y he llamado con urgencia al electricista. Ya sé que, al abrir la puerta, me encontraré a un tipo con mostacho, peto azul eléctrico y olor a carajillo matutino. Pero no puedo dejar de ilusionarme con la posibilidad de que aparezca una morenaza siliconada.  Si hubiera contactado desde un principio con un electricisto mi ilusión se habría desvanecido al instante.  
Mi miembro me pide paso. Noto que se eleva entre mis piernas. Le acabo de sugerir que se tranquilice pero no hay forma. Creo que se ha enterado de que dejará de ser  "miembro" para convertirse en un "pedazo de carne colgante que se eleva sin necesidad de ningún artilugio mecánico". De eso nada, me insinúa. Voy a hacerme un pajo a ver si consigo calmarlo.

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